22/2/09

El camino.


Bajando a un valle, encontraron brazos. Frecuentemente, a estos le siguen manos en proporciones similares, aunque no esta vez. Habían solo dedos. Lo aceptaron como una particularidad del momento. Se dejaron tocar por miles de yemas y uñas, secretamente imaginando las caricias que solo una mano completa puede dar.


Hubo en el cielo varios atardeceres simultáneos, marcando la partida de los dedos. Un poco desilusionados, con la sensación de medio vacío en un agujero que era nuevo, vieron las rodillas. Esos conjuntos de rotulas, cartílagos y meniscos tan famosos por su mala actitud. De no haber sido por esas articulaciones, hubieran dejado todo para retomar sus actividades de siempre, tan verde con bordes amarillos las de uno, y tan celestes a rayas rosas las de una.


Pero no fue así, y aparecieron algunos lunares que marcaban un camino. En los lindes, descubrieron mejillas suaves y elásticas, panzas de variadas texturas y curvaturas, un cuello. Por momentos, el camino, era invadido por las partes. Casi al final, en una curva en caracol inesperada, las encontraron.


Estaban desnudas, desprovistas de opresivos anillos, de preocupantes relojes o de pulseras comprometedoras. Las manos tan deseadas estaban ahí, solo para ellos, con sus palmas tibias, con sus dorsos suaves y sus caricias latentes.






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Siempre curioso y dulcemente caótico el proceso creativo. No sé si estaba pensando en ella (satélite), o si ella me puso a pensar. Tampoco sé si las ideas ya estaban o me las dio.
Lo único que sé, es que lo escribí ayer (sábado) a la mañana atrás de una hoja que dice "Unidad 4".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Te puedo abrazar?

Mati dijo...

¡Sí!