18/4/22

Para los espíritus

En el quiosco de la esquina tienen una estación de paquetes.

Voy ahí, no más por que está cerca de casa. La dueña nueva me rompe las bolas. Tiene unas facturas viejas (¿petrificadas?) en el mostrador, unos caramelos de esos que son genéricos y sin onda, revistas populares. Gatos. Gatos por todos lados y todo en-lleno de pelos y olor a pis. Y unos cajones de verduras de décimo quinta selección apilados en una esquina. Tiene todo eso en un espacio muy chiquitito. Tiene que haber sido, ¿sabés qué?, el recibidor de una de esas casas viejas.

Nunca hay nadie cuando entro. Alguna vez alguien salía, pero medio apurado; así que no ví mucho. Cómo un reflejo borroso pasando al costado de la vista. No esperaba ver mucha gente igual. Es un barrio medio alejado.

Cuestión que siempre que entro, la dueña nueva está ahumando todo con ramitas de palo santo. "Para los espíritus", dice. Estará un poco chiflada pobre. Parece que habla con las paredes, jeje.

Ni me mira cuándo me acerco a buscar mis paquetes. Siempre los tiene ahí listos en el mostrador, y no me contesta si la saludo ni nada. "Para los espíritus", sacudiendo el palo santo, le dice a las paredes.

Qué se yo. Hay gente medio loca, no soy quién para andar pidiendo (o dando) explicaciones. Hacen ya casi 300 años que voy y siempre hay alguien haciendo boludeces "para los espíritus".



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